La revista Ingeniería Industrial entrevista a Jordi Guix i Armengou, decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Cataluña.
Ingeniero Industrial por la ETSII de Barcelona, ha ocupado diversos puestos en el sector ferroviario, en la Maquinista Terrestre y Marítima, y en el campo de la Salud, dentro de Asepeyo, Clínica Barcelona y Hospital de Sant Cugat. También ha ostentado cargos en el Hospital del Centro de Rehabilitación de Levante de Valencia.
Ha trabajado como profesor en ESADE y ocupado funciones en AEIC (Asociación de Ingenieros Industriales de Cataluña), INEC (Instituto de Ingenieros de Cataluña) e ICT (Instituto Catalán de Tecnología). Desde diciembre de 2013 es decano del COEIC (Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Cataluña), donde ha desempeñado varias responsabilidades, como presidente de la comisión de Política Industrial e Innovación Tecnológica.
¿Cómo se unen investigación, tecnología y ética como pilares del COEIC?
La investigación y el progreso tecnológico son eslabones de una misma cadena, pero sin la ética pierden el componente principal por el que un buen profesional debe trabajar, que en última instancia siempre son el bien de la humanidad y el progreso de nuestra sociedad, que a su vez confía en nosotros para garantizar la seguridad de los nuevos avances tecnológicos.
¿Cómo se relacionan Colegio y Asociación de Ingenieros Industriales de Cataluña?
Hemos mantenido siempre una clara voluntad de servicio a los ingenieros industriales y a la sociedad y eso es lo que nos une. Nuestras instituciones tienen un peso específico que se fundamenta en la trayectoria histórica que nuestra profesión ha aportado al desarrollo y progreso del país, creando así ambas instituciones, con el objetivo de velar por nuestros compañeros y defender la profesión.
¿Qué colaboraciones ha establecido el COEIC con entidades internacionales?
Tenemos una relación constante con instituciones similares a la nuestra en Italia, Francia, Reino Unido y Alemania,
con las cuales nos reunimos periódicamente para proponer iniciativas en común.
¿Qué impacto tendría la homologación del título para potenciar estas relaciones?
El COEIC ha creado, junto con otros colegios de Ingeniería, la AQPE (Agency for Qualifications of Professional Engineers), una fundación que tiene como objetivo la certificación de los profesionales de la Ingeniería en función de los conocimientos acreditados y la experiencia profesional en los diferentes ámbitos de actuación. Esta iniciativa pretende promover la convergencia internacional de los sistemas de certificación empleados y de su reconocimiento mutuo. La certificación está concebida como un aval para los profesionales y las empresas, que informa con rigor y precisión sobre la especialización y la experiencia de cada profesional, y que ayudará a la sociedad, empresas y administraciones públicas.
¿Qué supone para la Ingeniería el Certificado de Calificación Profesional y en qué modelo está basado?
AQPE ofrece a los profesionales de la ingeniería un certificado profesional con una valoración basada en su formación y experiencia profesional, con un sistema inspirado en el modelo anglosajón (ya que en estos países hace muchos años que diferencian título académico y título profesional y es un modelo que funciona perfectamente), y de conformidad con la ISO 17024 de certificación de personas. Se trata de un sistema de certificación complejo por su rigurosidad.
La evaluación de los méritos se hace ante un tribunal conformado a medida en función del ámbito profesional que se quiere certificar, y que facilitará la movilidad internacional de los profesionales de la Ingeniería. El PEQ es un modelo de certificación internacional desarrollado teniendo en cuenta las principales referencias en este ámbito como son los modelos del Reino Unido, Canadá o Italia.
¿Cuáles son las principales demandas del COEIC a las administraciones en cuanto a energías renovables?
Los ingenieros siempre se han caracterizado por su visión y capacidad de planificación, sobre todo a nivel estratégico. Por ello, creemos necesario que la Administración se nutra de nuestros profesionales para aportar estos valores en pos de un mejor funcionamiento de la propia Administración. La voz de los ingenieros es importante, y sobre todo desde el punto de vista del rigor. Nuestro análisis de las problemáticas y de las posibles soluciones a nivel técnico puede aportar una visión tecnológica y más objetiva, al margen de las conveniencias políticas, trabajando por el bien común de la sociedad y por el progreso de nuestro país.
En el ámbito de las energías renovables, desde el Colegio mostramos nuestra preocupación por el riesgo a que se paralice la energía eólica. Seguimos esperando una política energética de futuro clara y decidida, en la que, sin duda, la eólica tiene que jugar un papel relevante. Creemos que Cataluña se ha visto gravemente afectada con la paralización de este tipo de energía, y por eso pedimos a las administraciones que tengan muy en cuenta a la eólica dentro del pool energético, sobre todo por su contribución y valor añadido al progreso.
Usted cuenta con experiencia en el sector de la Salud, ¿cómo se complementan ambos sectores?
A priori nos puede dar la sensación de que Salud e Ingeniería no son términos que puedan estar relacionados y estamos completamente equivocados porque gracias a la innovación tecnológica en todos los ámbitos, también sanitarios y farmacéuticos, se contribuye directamente en el bienestar y mejora de las personas. Es vital que las administraciones públicas otorguen la importancia que se merece a la industria de la Salud y a la industria farmacéutica como generadora de bienes de primera necesidad, de trabajo y de bienestar económico. La ingeniería enfocada a la Salud es un claro ejemplo de cómo poner la tecnología al servicio de la sociedad, mediante proyectos de Ingeniería.
Ha hablado de la importancia de reforzar el vínculo con la Universidad ¿Por qué?
Somos, hemos sido y seremos el futuro de la sociedad. Los ingenieros somos los que ponemos la tecnología al servicio de la sociedad. Creemos que el futuro será más tecnificado y por eso el ingeniero se convertirá en la base de cualquier sector. Además, somos conscientes que son ellos, los jóvenes, los ingenieros industriales del futuro, y tenemos el deber de ponérselo fácil para conseguirlo. Con Bolonia, las titulaciones han cambiado pero es necesario que nuestras instituciones se adapten. Es muy importante que nos acerquemos a los jóvenes y a sus necesidades, que se sientan acompañados y acogidos.