La revista Ingeniería Industrial entrevista a José Antonio Arvide Cambra, presidente del Consejo Andaluz de Ingenieros Industriales.
Nacido en Almería en 1951, es decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Andalucía Oriental y presidente del Consejo Andaluz de Colegios de Ingenieros Industriales. Ingeniero industrial por la ETSI de Bilbao, también es diplomado en Ingeniería Ambiental, entre otras formaciones superiores. Aunque inició su actividad en el sector naval, en sistemas de automatización y control de buque, ha desarrollado su vida profesional en el sector de generación de energía, en las empresas Tecnatom y Endesa.
Ha ocupado puestos de responsabilidad en departamentos de Mantenimiento, Explotación e Ingeniería, y ha
dirigido multitud de proyectos de mejora y reforma de instalaciones industriales, así como implementación de
sistemas de gestión integral del mantenimiento, con especial énfasis en sistemas TPM y RCM2.
¿Cómo valora el reconocimiento del profesional de la Ingeniería Industrial?
La Ingeniería Industrial, dentro del abanico de titulaciones técnicas, es de las más valoradas en nuestro entorno social y profesional. Los estudios de Ingeniería Industrial son de los más solicitados en las universidades y, por ello, el número de escuelas ha ido creciendo hasta las aproximadamente 35 actuales. Nuestros titulados, dada su alta formación y empleabilidad, han ocupado y ocupan puestos relevantes. No obstante, debo señalar que el futuro lo presiento incierto. El denominado Plan Bolonia ha creado un maremágnum difícil de explicar, con la problemática añadida de escuelas que ofertan el máster Ingeniero Industrial con un número de créditos insuficiente y sospechosamente clientelista, una oferta con un sinfín de másteres universitarios, sin atribuciones, que contienen la denominación Ingeniería. Nuestra preocupación es máxima.
Las organizaciones del sector tienen como denominador la defensa de la profesión. ¿Qué sinergias hay entre ellas?
La colaboración es máxima entre las organizaciones profesionales en el ámbito de la Ingeniería Industrial, tanto a nivel regional como estatal, a través de nuestro Consejo General, en cuanto a la utilización conjunta de medios y servicios intercolegios. Respecto a otras instituciones, el tema se complica un poco ya que, cuando los intereses han sido comunes la colaboración ha sido ejemplar, pero el tema se endurece cuando existe colisión de intereses como atribuciones y competencias. Quiero resaltar que los ingenieros industriales no tenemos atribuciones exclusivas sino en multitud de campos, compartidas con otras ingenierías, lo que hace que muchas de ellas se resistan a la competencia de nuestros titulados. Por ejemplo, ahora estamos tratando conflictos de atribuciones no reconocidas en temas de agricultura o edificación. Esto dificulta en ciertos aspectos una colaboración más intensa. No obstante, se ha creado la Asociación Superior de Ingeniería de Andalucía a través de la cual deseo que la colaboración sea fructífera.
¿Qué colaboraciones establece el Consejo con las instituciones locales y regionales?
El Consejo Andaluz está constituido por dos colegios profesionales de Andalucía, el occidental y el oriental, que ostentan plena capacidad representativa en sus ámbitos territoriales, por lo que estas colaboraciones corresponden
a estas organizaciones. Como decano sí quiero comentar que tenemos acuerdos de colaboración con diversas instituciones y agentes sociales, con el objetivo de facilitar y mejorar los servicios, tanto a los colegiados como a la sociedad. Por ejemplo, quiero resaltar el firmado con el departamento de Bomberos de Málaga como asesores en temas de protección contraincendios en instalaciones y edificios.
El problema del desempleo también persiste en este sector en Andalucía, ¿verdad?
En efecto, la crisis golpea a todos los niveles y estamentos, y por desgracia, la Ingeniería Industrial se ha visto afectada. No obstante, dada la alta empleabilidad del ingeniero industrial, la tasa de desempleo a nivel nacional está por debajo de la media. Aún así no nos podemos dar por contentos, ya que en Andalucía estamos en torno al 18% y debemos aspirar a estar en los niveles de los mejores, como Euskadi y Cantabria, con una tasa inferior al 10%. Más preocupante es la situación de autónomos y pymes de la ingeniería, ya que la caída de la actividad ha sido muy importante en los últimos cuatro años. Frente a esto: reindustrialización.
¿Qué efectos puede tener la reindustrialización de Andalucía en el ámbito económico y social?
La reindustralización, no solo de Andalucía, sino de España, es imprescindible, urgente y vital si se pretende salir de la crisis. Además, la urgencia es mayor si comparamos el PIB industrial de Andalucía (13%), muy por debajo de la media nacional (15%), que a su vez está por debajo de los países más desarrollados (20%). Debemos resaltar la importancia de la industrialización sobre el empleo, con la característica adicional de ser este un empleo de más calidad. Quiero
resaltar la responsabilidad de los poderes públicos en temas como infraestructuras o procedimientos administrativos
ágiles. Es decir, menos trabas y más apoyo. No es de recibo que la A7 esté sin terminar, ni que, mientras en otras comunidades se habla del tercer hilo del Corredor Mediterráneo, aún no está claro cuando se pondrá en servicio ¡un hilo! de Almería a Murcia, conociendo su alto nivel de actividad.
¿Qué beneficios tiene para el ingeniero industrial una experiencia profesional o formativa en el extranjero?
Desafortunadamente, las titulaciones pre-Bolonia y, entre ellas la nuestra, aún no han conseguido cerrar el tema de su homologación al nivel actual de máster europeo, no sé si por dificultades administrativas o porque nuestros políticos no saben o no lo entienden. Esta situación lastra a nuestros titulados de manera personal y a sus empresas en sus posibles licitaciones en el extranjero, ya que esta falta de reconocimiento les resta competitividad. Ahora bien, respecto a su pregunta, qué duda cabe que el mero hecho de intercambiar experiencias con otras formas de hacer, no solo es enriquecedor, sino que a largo plazo y en un mundo globalizado como el nuestro, es imprescindible. Una de las experiencias profesionales que más me ha marcado fue un Benchmarking realizado conjuntamente con empresas francesas y norteamericanas, donde tuve la fortuna de participar activamente. Súmele el conocimiento de idiomas, nuestra asignatura pendiente.
¿Cómo valora el papel de la mujer en la Ingeniería, un sector formado por hombres tradicionalmente?
Recuerdo cuando inicié mis estudios, de unos cuantos cientos de estudiantes, sólo dos eran mujeres. Actualmente esta presencia ha aumentado, pero muy por debajo de otras profesiones. Lo que sí afirmo, porque he tenido la oportunidad de trabajar con ingenieras, es que suelen ser técnicos de gran nivel, con el punto de orden y constancia que las caracteriza. Y en lo que en lo que respecta a su participación en los órganos de gobierno de los colegios, su presencia
es bastante escasa. Su papel en la ingeniería no es distinto al del hombre.