Antes de comenzar con el editorial, tengo que hacer referencia a un hecho de gran relevancia para el colectivo. Ha fallecido un gran hombre: Néstor Goikoetxea, decano del Colegio de Ingenieros Industriales de Bizkaia y tesorero del Consejo General de Ingenieros Industriales de España. Un trágico accidente de tráfico le quitó la vida. Precisamente, Néstor nos concedió una entrevista recientemente para la revista Ingeniería Industrial, dentro de la sección de Colegios de Ingenieros Industriales de España. Entrevista que hemos querido mantener de forma íntegra en memoria de una persona que se ha dedicado a poner de manifiesto las excelencias de la profesión la mayor parte de su vida. Néstor era doctor ingeniero industrial y siempre iba por derecho, sin ambigüedades, sin callarse nada. Decía lo que pensaba aunque ello no le gustase a la gente y nunca tuvo problema en defender sus ideas aunque quedase en minoría. Era una persona que defendía la transformación en los colegios profesionales para adaptarse a los cambios que se vienen sucediendo, y era consciente del papel que dichos colegios tienen que jugar en el presente y futuro escenario económico, social y profesional. Que descanse en paz.
Los dos niveles de la Ingeniería
La proliferación de títulos de Ingeniería, tanto de grado como de máster, ha generado una confusión tremenda en la sociedad que conviene aclarar. Además, esa confusión está alimentada por personajes con intereses por sacar provecho de esta confusión. En España, en Europa y en los países anglosajones de referencia hay dos niveles de Ingeniería, correspondiente a los niveles de grado y de máster. El nivel de grado se puede conseguir con unos estudios cuya duración está entre tres y cuatro años, o cursos académicos, y para estudiar un máster hay que hacerlo durante uno o dos años más. Si hablamos de un máster en Ingeniería con atribuciones profesionales, la duración suele estar en dos años, pero legalmente podrían ser más cortos, con un mínimo de un año. De momento, solo hay una universidad que haya optado por este modelo.
Igual que hay dos niveles de estudio (grado y máster), también hay dos profesiones de la Ingeniería: la profesión de ingeniero técnico, con su especialidad correspondiente, y la profesión de ingeniero industrial, con atribuciones profesionales plenas dentro de la Ingeniería Industrial. Ambas profesiones son distintas: la primera más especializada, mientras que la segunda incluye todas las especializaciones por tener un carácter más pluridisciplinario. Ambas profesiones tienen su espacio de trabajo, su prestigio profesional, y su demanda por su utilidad en la sociedad, pero también distintas.
En defensa del grado en Ingeniería Industrial
Para acceder al máster en Ingeniería Industrial y obtener la formación completa de aquellos que en el futuro tendrán que liderar proyectos complejos en un mundo global, hay múltiples caminos, pero tienen que estar precedidos de una titulación de grado en Ingeniería. El camino más uniforme para llegar al máster es el grado en Ingeniería de Tecnologías Industriales, por ser la formación más coherente. Es la formación que consigue “amueblar” mejor el cerebro de los alumnos para prepararlos en futuros trabajos y en entornos cada vez más exigentes y complicados. La gran carga de asignaturas racionales de los primeros cursos, seguidas de otras tecnológicas, hacen un cóctel perfecto para formar el perfil de lo que busca el empresario: profesionales con una alta capacidad analítica, acostumbrados a resolver problemas en entornos multivariables, a veces con pocos datos. También el espíritu de sacrificio y adiestramiento en dedicarle mucho tiempo a las asignaturas complejas consolidan ese perfil, con alta productividad e ingenio para darle solución a los temas y liderar proyectos de todo tipo, no solo de una especialidad.
Movilidad eléctrica
Por otro lado, quiero hacer referencia al tema principal de esta revista, que está orientado a definir la realidad y el futuro de la movilidad eléctrica. Las principales marcas de automóviles anuncian cada vez más el desarrollo del vehículo eléctrico. Además, los constantes avances en la autonomía de las baterías hacen presagiar que la solución de la movilidad casi gratuita está cerca, y que pasa por la electricidad. En muchas ciudades se están instalando puntos de recarga gratuita para vehículos eléctricos y en el momento que su autonomía supere los 500 km, los tiempos de recarga bajen de los 30 minutos y los precios de los vehículos disminuyan de los 30.000 euros, el producto empezará a venderse masivamente.
Ni que decir tiene que el petróleo seguirá siendo la energía que moverá el mundo, pero el proceso de la movilidad eléctrica es imparable. En los próximos diez años, quizás menos, las baterías (principal cuello de botella actual de la tecnología) duplicarán su capacidad, mientras disminuirá a la mitad su precio y su volumen.
Ante ese escenario, nadie se quiere mover hasta ver por dónde sale el sol. Aunque conviene advertir que la irrupción en el mercado de la movilidad eléctrica supondrá el cambio de modelo para muchos sectores, incluso su desaparición. Kodak no fue capaz de adelantarse al cambio que supuso el paso de la fotografía analógica a la digital (uno de los principales fabricantes del mundo de negativos de fotografía y papel, así como de máquinas de revelado), y perdió el liderazgo y la ventaja competitiva que tuvo durante décadas.
Tendremos que seguir hablando en nuestra revista de la movilidad eléctrica porque los cambios se suceden de forma exponencial. También convendrá seguir de cerca, como ingenieros que somos, los avances de las tecnologías para contárselo de forma clara y objetiva al resto de la comunidad técnica y sociedad civil.