Marcos Núñez Tenorio
Responsable de Ingeniería en la división agroalimentaria Grupo Ditecsa
No me ha sorprendido que haya ganado el Brexit, porque la Inglaterra que dejé en el año 1997, cuando fui alumno del programa Erasmus en la Universidad de Sheffield, no es la Inglaterra que he encontrando cuando he vuelto a trabajar allí. He estado en varias ocasiones en Londres, pero Londres pertenece al mundo. Cuando ya se habían acostumbrado a gente de color, pakistaníes o indios, se produce un incremento insostenible de la inmigración, con la llegada de españoles, rumanos, polacos y demás europeos que hemos saturado la paciencia de muchos británicos.
Como responsable de Ingeniería en el proyecto de una fábrica de galletas y otros productos derivados de los cereales que el Grupo Siro está implantando en Reino Unido, he viajado a la Inglaterra profunda y departido en numerosas ocasiones acerca del Brexit. El pasado mes de agosto era un espectador de lujo al asistir como invitado de honor a una cena del Rotary Club en Yorkshire, donde escuchaba, desde sexagenarios a octogenarios, apoyar la salida del Reino Unido. Apelaban al optimismo y a la movilización entre la élite profesional y empresarial inglesa para fijarse en el “ahora” y no en lo que “podría haber sido”.
También recuerdo el caso de un instalador frigorífico, quien me comentó que votaría por la salida porque, después de cuarenta años cotizados ininterrumpidamente como autónomo, estaba percibiendo una pensión de unas ochocientas libras y había vuelto a trabajar. Argumentaba que los europeos recién llegados podían recibir unas cuatrocientas libras sin haber hecho nada, así como la escolarización de sus hijos o la atención en la sanidad pública. En el otro extremo, me he encontrado con personas que han vivido fuera o han viajado mucho y que me han transmitido su tristeza por esta salida. La sociedad británica siempre tendrá la cicatriz de una herida abierta entre detractores y partidarios, posturas que se han vivido con demasiada intensidad en un corto periodo de tiempo.
Tampoco tengo dudas de que saldrán de este bache. Hablamos de un país bien orquestado, con una larga historia y que cuenta con el apoyo de la Commonwealth, un imperio británico que ya no existe, pero que ha salido al rescate por si hiciera falta. Y es que una Europa en crisis de identidad, con una crisis de refugiados como hace decenios y un país que no se siente europeo son argumentos suficientes para este desenlace.
¿Y ahora qué? Yo no soy adivino, solo puedo plasmar lo que me transmiten muchas de las subcontratas adjudicatarias en la obra, y no los veo preocupados. Inglaterra fue el país donde tuvo lugar la Revolución Industrial y donde Europa miró hacia delante, lo que da una idea histórica de su apuesta por este sector. También posee una economía sólida, con uno de los mejores PIB del mundo, concretamente en quinto lugar, basado principalmente en la industria y la banca.
Por supuesto que el Brexit tendrá un impacto, principalmente financiero. De hecho, ya lo ha tenido con la depreciación de la libra esterlina. La City de Londres ya no será lo que ha sido, ni tendrá los mismos flujos de capitales, pero en términos industriales no habrá un gran impacto más allá del ajuste en la financiación de proyectos. Reino Unido tiene en estos momentos un gran volumen de negocio en el sector industrial en plena efervescencia con las energías renovables, principalmente eólica y centrales termoeléctricas de biomasa, como la mayor planta del mundo que tenía adjudicada Abengoa y que finalmente construirá Técnicas Reunidas con 300 MW en suelo británico. También hay proyectos encaminados en esta línea donde participan empresas andaluzas como Ditecsa, que gestionan su financiación.
Una libra barata facilita las exportaciones, y la gente se ha olvidado de que en Reino Unido sigue habiendo muy buena tecnología. He participado en varios concursos donde la maquinaria inglesa se ha quedado fuera por el precio. Este será un revulsivo para ser más competitivos en el mercado mundial. En estos momentos, la mayor parte de las exportaciones británicas provienen del sector industrial, donde son líderes mundiales en aeronáutica. Tampoco desmerecen otros campos como el químico (abono, farmacéutico, etc. ), la minería, el gas o el petróleo.
El alto desarrollo tecnológico y la investigación como motor de desarrollo, muy presentes en la economía británica, han hecho que goce de buena salud; y con buena salud se puede afrontar un resfriado.