La Exposición Universal de 1992, más conocida como Expo’92, supuso un antes y un después para la ciudad de Sevilla, la cual, por unos meses, se convertía en epicentro mundial. Gracias a la Expo, la capital hispalense se dotaba no solo de una fama internacional, sino también de infraestructuras y construcciones de primer nivel.
Entre todos aquellos que pusieron su grano de arena para hacer realidad el sueño que fue la Expo del 92, donde se encontraban múltiples instituciones y organismos, también estuvieron presentes empresas privadas que contribuyeron a la creación de infraestructuras que sirvieron para dar reconocimiento y prestigio a este evento y que las situó como líderes o referentes en sus sectores de actividad. La Exposición también contribuyó al crecimiento y desarrollo de estas empresas.
En el caso de Abengoa, la Exposición Universal permite a la compañía pasar de tener una imagen de contratista tradicional con un producto convencional -basado en el montaje e instalaciones electromecánicas dentro de los sectores industrial, energético y de telecomunicaciones-, a la de una gran empresa de Ingeniería y Construcción focalizada hacia una nueva gama de actividades diferenciadas, con un mayor componente tecnológico y sensibilizada con la sostenibilidad y el medioambiente.
Las actividades que Abengoa desarrolló en la Exposición se centraron en Ingeniería, cálculo de elementos finitos, instalaciones eléctricas, instalaciones mecánicas, infraestructuras ferroviarias, sistemas de control, telecomunicaciones, obra civil auxiliar y fabricación de cuadros eléctricos.
Enumerar todos los proyectos en los que participó la empresa sevillana, bien como contratista principal, en unión con otras empresas, o como subcontratista, sería muy extenso, por lo que a continuación solo se abordarán algunos de los proyectos más significativos.
PROYECTOS CONCRETOS
Por un lado, Abengoa fue la encargada de las instalaciones mecánicas y/o eléctricas de varios de los pabellones de la Isla de la Cartuja, tales como el Pabellón de Los Descubrimientos o aquellos dedicados a países como Marruecos, España o Canadá, así como el de la Santa Sede, entre otros. Asimismo, la compañía realizó diversas intervenciones como la del Palenque (espacio dedicado a acoger actuaciones) o los alumbrados de todo el recinto, incluido el del aparcamiento del Charco de la Pava, y participó en las instalaciones eléctricas del famoso Lago de España. También trabajó en la interconexión de media tensión y centros de distribución de toda la Expo y en el mantenimiento operativo de centros de transformación y subestaciones.
Además de estas actuaciones, Abengoa concurrió en proyectos destacables que seguramente hayan quedado grabados en la retina de algunos de los visitantes que los disfrutaron. Uno de ellos fue el tren panorámico, conocido por los sevillanos como monorraíl, que fue uno de los principales sistemas de transporte que existió dentro de la Expo’92. Este tren recorría perimetralmente el lago y, al estar elevado, ofrecía al usuario una vista privilegiada de los diversos pabellones y una hermosa panorámica del recinto. Para este tren se construyeron tres estaciones, diseñadas con novedosas rampas de acceso, referentes en accesibilidad por aquel entonces.
Otro de los proyectos a destacar fue el de la pantalla Jumbotron de la conocida Plaza Sony, espacio popular por acoger la celebración de conciertos y espectáculos. Este elemento albergaba 60 módulos independientes que conformaban la gran pantalla ubicada sobre un edificio de hormigón en el que se instalaron salas de audio y vídeo. Por otro lado, Abengoa también contribuyó en el proyecto de la Torre Panorámica, un mirador de 92 metros de altura que giraba sobre su eje. Fue todo un éxito durante la celebración de la Expo con la recepción de más de 2.000 visitantes diarios.
No obstante, las actividades no solo se llevaron a cabo en el recito de la Expo sino que Abengoa también participó en trabajos fuera de la Isla de la Cartuja que eran necesarios para dar servicio a la Exposición Universal, tales como el AVE Sevilla-Madrid o el montaje del tablero del puente del Alamillo. Y, aunque algunos de estos edificios, infraestructuras o construcciones no sigan en pie, no dejan de ser huella y testimonio de las capacidades de una ciudad, de sus empresas, de su gente y, por supuesto, de su Ingeniería y Construcción.