Circulaba en la Sevilla de finales de los años ochenta y principios de los noventa la idea, compartida siempre en tono jocoso, de que las obras de la Expo no estarían terminadas antes del 93. Sin embargo, el gran esfuerzo realizado posibilitó su culminación en los plazos previstos y se celebró sin demasiadas incidencias entre el 20 de abril y el 12 de octubre de 1992. Las casi 300 hectáreas acogieron a 112 países, 23 organismos oficiales, 6 empresas y todas las comunidades autónomas españolas.
Aproximadamente se invirtieron 1,5 billones de pesetas en la Expo ‘92, unos 8.500 millones de euros, que se utilizaron tanto para urbanizar la Isla de la Cartuja (800 millones de euros), como para realizar adecuaciones en el área metropolitana (1.658 millones de euros), inversiones regionales (5.200 millones de euros) y desarrollo de la exposición (900 millones de euros).
La mayor parte del presupuesto se destinó a nuevas infraestructuras, de las que se han heredado nueve nuevos puentes, la apertura de la calle Torneo, la reapertura del río en Chapina, la estación de Santa Justa y el AVE, la autovía A92, la circunvalación SE-30, la supernorte SE-20 o la ampliación del Aeropuerto, entre otras numerosas actuaciones en toda la ciudad.
GRANDES HITOS
La Expo’92 no solo significó una atracción para la inversión en Andalucía y Sevilla, sino que colocó a la ciudad como referente mundial durante seis meses. El verdadero hallazgo fue haber estado a la vanguardia en todas las actuaciones que se llevaron a cabo. Por citar alguno de los ejemplos anteriores, la pasarela de la Cartuja ostenta el récord mundial de esbeltez (relación entre longitud y anchura), mientras que el puente del Alamillo entró a formar parte del Libro Guinness de los Récords por tener la pareja de tirantes prefabricados más largos del mundo (300 metros).
Durante muchos años, el V Centenario fue el puente atirantado más largo de España. Además, la forma de construcción de la pasarela y la Barqueta en una de las orillas del río Guadalquivir supusieron una gran novedad, ya que fueron fabricados en una orilla y colocados gracias a la tracción de varios barcos.
Sin embargo, la innovación no quedó ahí. La primera instalación de fibra óptica en España se realizó en la Expo ‘92. La red contó con más de 350 kilómetros de conductos de fibra en forma de anillos que recorrían las instalaciones de la Cartuja. Esta red RDSI (Red Digital de Servicios Integrados) permitía transmisiones digitales de hasta 20 Mbps, velocidades que en el plano doméstico no se han alcanzado hasta hace poco.
También destacó la red de distribución de televisión vía satélite y convencional, que permitía que las salas de videoconferencia tuvieran una capacidad de transmisión de hasta 2Mb/s. En este sentido, Telefónica hizo uso de la revolucionaria Telefonía Móvil Paneuropea Digital, una red privada virtual sin cables que utilizaba la red GSM a 900Mhz.
El cine y la televisión tuvieron gran repercusión en la exposición. Se realizó la primera emisión HD en España en el pabellón de Canadá, además de contar con cines espaciales o inmersivos, 3D y 4D, o utilizar un film de 70mm y 50Hz en el cine Omnimax, frente al 24mm y 24Hz tradicional. Sony instaló la televisión más grande del momento, el Jumbotron, una pantalla de 192 metros cuadrados que disponía de 32 niveles de brillo y 256 tonalidades por color primario, aun con tecnología CRT, ya que no existían LEDs en todos los colores necesarios.
La informática y ofimática también estuvieron muy presentes. Xerox presentó la primera fotocopiadora láser de color e IBM colocó 23 kioscos de ‘información electrónica’ que contaban con paneles táctiles, email, capacidad para realizar reservas en restaurantes del recinto, leer noticias, juguetear con fotografías o dibujar con el programa Paint. Hasta Coca-Cola se aventuró a realizar una experiencia smart en sus máquinas expendedoras, instalando sensores y una emisora de radio que avisaba a la central automáticamente cuando se agotaban las latas.
Por su parte, los medios de transporte que durante la muestra movilizaron a 720.000 personas jugaron un papel muy relevante, siendo el tren de Alta Velocidad y su primera línea el buque insignia de la modernidad en España. Otras experiencias que lograron un éxito importante fueron la Telecabina y el Monorraíl, que contaron con más de 50.000 viajeros diarios en determinados momentos.
LAS ALTAS TEMPERATURAS DE LA CIUDAD
Una de las mayores preocupaciones de los organizadores eran las altas temperaturas que podrían alcanzarse a lo largo de los seis meses que duraba la cita, de forma que se inventó el microclima. Para hacerlo realidad, se incluyeron más de 50.000 metros cuadrados de sombra entre carpas a distintas alturas y vegetación, cerca de 25.000 árboles plantados y 300.000 arbustos, junto con 200.000 metros cuadrados de superficie de agua y nebulizadores.
Todos juntos conseguían disminuir la temperatura más de cinco grados. En el espacio escénico del Palenque, especialmente diseñado para que fuera fresco, se llegó a lograr una disparidad de temperatura de 15 grados de diferencia entre el interior y el exterior, sin necesidad de aire acondicionado.
A todas estas cifras se sumaron 40.000 plazas de aparcamiento en el Charco de la Pava, 53.000 pasajeros diarios que se desplazaban a la Cartuja en autobuses públicos TUSSAM, cerca de 2 millones pasajeros que transportó el aeropuerto de San Pablo, alrededor de 20 millones de visitantes únicos y unos 42 millones de visitantes totales, que hicieron sobrepasar todas las previsiones calculadas.
Esta muestra se quiso dilatar, ya que en 1989 nació el proyecto Cartuja 93 con el fin de reutilizar espacios, infraestructuras y edificios de la Expo’92 para la construcción de un espacio tecnológico de innovación. A pesar de unos inicios difíciles, derivados de la crisis y la resaca de la propia Exposición, el proyecto inicial de 13 empresas y 3.000 trabajadores quedó ampliamente superado.
25 AÑOS DESPUÉS
Actualmente, bajo el nombre de Parque Científico y Tecnológico (PCT) Cartuja, este espacio es un enclave de investigación, desarrollo e innovación de la ciudad que acoge a más de 423 empresas y 16.000 trabajadores, con una actividad que ronda los 1.900 millones de euros.
Esta zona también acoge, desde finales de los años noventa, la Escuela Técnica Superior de Ingeniería (ETSI), así como otras facultades universitarias como la de Comunicación, teatros, espacios expositivos, el Centro Especializado de Alto Rendimiento de Remo y Piragüismo y la Torre Sevilla, entre otras edificaciones que convierten a la Isla de la Cartuja en un espacio puntero a nivel cultural y empresarial.