CARLOS THIRIET
nieto de Armando Thiriet, encargado de la iluminación de la Expo del 29
Carlos Thiriet es natural de Sevilla. Estudió Ingeniería Industrial en la Escuela Superior de Ingenieros Industriales de la Universidad de Sevilla y actualmente dirige la empresa de distribución de energía Eléctrica Santa Clara. En esta entrevista Carlos Thiriet rescata el legado profesional de su abuelo, Armando Thiriet Koenig, un ingeniero francés formado en Suiza que dotó de una espectacular iluminación a los rincones más emblemáticos de Sevilla como el Parque de María Luisa o los Jardines del Alcázar durante la Exposición Iberoamericana de 1929.
¿Qué legado de la Exposición Iberoamericana del 1929 debemos a su abuelo, Armando Thiriet?
Mi abuelo trabajó en la Exposición Iberoamericana de 1929 con la empresa AEG. En ella realizó la iluminación de los Jardines del Alcázar, del Parque de María Luisa y sus rincones más sobresalientes como el Monte Gurugú, la Isla de los Patos, la Fuente de los Leones o el Estanque de los Lotos. También de la Plaza de España y su fuente central, los accesos al Parque de Atracciones o los Jardines de las Delicias de Arjona.
¿Cómo fueron los inicios de su trabajo para esta importante exposición?
Armando Thiriet había llegado a Madrid desde Alemania como ingeniero director de AEG. Hablaba español y entendía el portugués. Al inicio de los años 20, la dirección de AEG alemana decidió abrir una sucursal en Sevilla para colaborar en los trabajos de la Expo del 29 y lo enviaron a buscar un edificio idóneo para este fin, una casa-palacio en la Plaza de la Contratación de la ciudad.
A partir de ese momento, en su calidad de ingeniero director de AEG para Andalucía y Extremadura, establece el contacto con la comisión organizadora de la Exposición Iberoamericana de 1929 para la que trabajó.
¿Podría contar a grandes rasgos cómo era el trabajo diario de su abuelo?
No conocí a mi abuelo y no puedo describir cómo era su trabajo, pero a través de lo que contaba mi padre sé que se ponía el mono y trabajaba como un obrero más entre el equipo de montadores.
Conservo escrito y firmado por él un documento titulado ‘La Luminotecnia de la AEG en la Exposición Iberoamericana de Sevilla’ en el que se describen los trabajos realizados y los materiales empleados, que eran los más avanzados de la época. En él va recorriendo las distintas instalaciones realizadas, comenzando por las fuentes de la Plaza de España. En los capítulos reseña con bastante detalle los trabajos realizados y los ilustra con fotografías en blanco y negro y coloreadas con el resultado final. Son un legado espectácular.
Este documento podría servir para reproducir en el Parque de María Luisa la iluminación de la época, recuperar su esplendor de entonces y mostrar a la Sevilla de hoy lo que sus mayores disfrutaron hace ahora casi un siglo.
¿Cómo cree que fue para Armando Thiriet trabajar en la Expo del 29?
Creo que fue un orgullo para él haber podido innovar con técnicas tan avanzadas procedentes de Suiza y Alemania, muchas de ellas realmente novedosas en aquel momento.
Me imagino que para Sevilla supuso un avance muy importante, y para mi abuelo algo maravilloso porque, por ejemplo, la gran fuente de la Plaza de España fue la admiración de todo el mundo por sus espectaculares y continuos cambios de color, nunca vistos hasta la fecha.
¿Cómo cree que se encontraba la Ingeniería de la época en Sevilla?
Sevilla en esa época era una ciudad poco desarrollada industrialmente. La empresa más importante era la compañía Sevillana de Electricidad, cuyo cuerpo de ingenieros superiores era suizo. Mi abuelo colaboró con ellos instalando centrales en toda Andalucía, aplicando toda la tecnología de la época: turbinas, generadores, transformadores, equipos…
Por último, ¿qué similitudes y diferencias encuentra usted entre la Expo del 29 y la del 92?
Creo que en ambos eventos se consiguió impulsar la ciudad de Sevilla y ponerla en valor, transformando espacios de la ciudad. Desde el punto de vista arquitectónico la Exposición Iberoamericana dejó una colección de edificios y lugares emblemáticos con mayor transcendencia que los ejecutados para la Expo del 92: la Plaza de España, los Pabellones situados en el Parque de María Luisa, entre otros.
Sin embargo, el legado ha permitido el desarrollo de la ciudad y su entorno a todos los niveles. Sobre la conservación, es una pena que ya no exista la iluminación original en los distintos lugares del Parque de María Luisa. Por supuesto se han mantenido los molinetes de agua y la fuente de la Plaza de España, pero creo que sería interesante para Sevilla recrear aquellos juegos de luces y poner en valor el parque.